jueves, 25 de febrero de 2010

APROXIMACION A LA OBRA DE DANIEL BERDALA (por Antonia Cortijos)



La niebla cubre la superficie del cuadro, es suave, sedosa, interioriza nuestra mirada, ejerce de filtro protector entre nosotros y su universo, a veces urbano, a veces naturaleza en estado puro. Las atmósferas de Daniel Berdala hacen vibrar nuestro mundo interior. Por eso frente a ellas nuestra respiración se acompasa y nuestra mirada se pierde en un mundo que sugiere colores, formas, y que nos permite evocar esos espacios del alma donde nuestros sentimientos se mueven con sigilo.

Luego están “ellos”, seres disfrazados de sombras. Seres que nos inquietan, que nos hipnotizan. Fijamos los ojos en ellos con la esperanza de llegar a descubrir su identidad, hasta que como en una simbiosis extraña descubrimos nuestro propio rostro, ese que escondemos, que condenamos a la oscuridad, porque dejaría demasiado al descubierto nuestra intimidad más auténtica.



martes, 16 de febrero de 2010

La mirada de Charo Mur (pintora)



NOS HAN QUITADO EL ORGULLO

Ha caído en mis manos (y entiendo que no podía haber sido de otra manera) un libro que parece que se hubiera escrito para que yo lo leyera.

Es el "Diari d'artista i altres escrits" de Joan Ponç. Hace dos años descubrieron dos cuadernos escritos por él que junto con su autobiografía conforman un pequeño tesoro.

Creo que de alguna manera Joan Ponç abre un camino de fe, de creencia, una creencia basada en la experiencia personal, sabiendo exactamente para lo que había nacido, para PINTAR.

A los que sabemos esto, nos pueden venir con teorías, conceptos y otras historias, que simplemente nos quedamos observando a distancia con la mirada perpleja. Esa mirada de distancia de los pintores que ha durado décadas, empezó poco después de Ponç y todavía dura, pero creo que llego su tiempo de acabar. El pintor tiene que volver a ocupar el lugar que le corresponde.

El pintor es, por encima de todo, pintor.

Ponç habla de la energía que emana del cuadro, hay que cuidarla y estoy completamente de acuerdo. Cuando veo una exposición que me transmite esa energía, que consigue emocionarme, salgo con unas ganas de pintar arrolladoras. Por el contrario cuando no existe esa energía, ese sentimiento, cuando solo domina la razón, solo miro de reojo y normalmente no entro, no hago ningún esfuerzo por "entender" porque tengo el convencimiento pleno de que me roba energía.

En un momento de nuestra historia reciente, "grandes sabios" dijeron que para ser pintor no era necesario saber dibujar, pintar ¿Os imagináius? ¿Y qué hay qué saber? ¿Pensar? ¿Hacerse pajas mentales? Yo no nací para eso.

Reivindico la sacralidad del arte, la emoción, la sensualidad, la textura, y os animo a todos a seguir vuestra estrella Polar. Solo desde la individualidad aportaremos nuevos mundos, nuevos paisajes.

Citaré textualmente un párrafo que escribió Joan Ponç en sus diarios a mediados del siglo XX:

"La pintura siempre es más sabia que el pintor, y cuando quiere nos descubre un mundo mágico muy superior al que podríamos imaginar. Lo que pinto no lo tengo, me es dado, o en todo caso existe más allá del consciente. Esto es palpable. He aquí el milagro del arte, el espíritu se torna palpable".

Mark Rothko dirigiéndose a Katherine Kuh (14 de Julio de 1954 Arxivo del Instituto del Arte de Chicago) "Y si he de depositar mi confianza en algún lugar, la depositaría en la Psique del observador sensible y libre de las convenciones del entendimiento. No tendría ninguna duda respecto al uso que ese observador pudiera hacer de estas pinturas al servicio de las necesidades de su propio espíritu, porque, si hay necesidad y espíritu a la vez, seguro que habrá una auténtica transacción".

CHARO MUR
(Pintora)

domingo, 14 de febrero de 2010

Carta abierta

Esta carta no puede dejar de ser apasionada porque amamos el arte.

Somos un grupo de artistas que se siente decepcionado con la actual situación en que se halla la pintura, a la que se ha ido derivando hacia el intelecto hasta ubicarla en el vacío, sin dejar espacio a la intuición, a los sentimientos.

Como dijo María Zambrano: “La pintura es un lugar privilegiado donde detener la mirada” y nosotros queremos, necesitamos reivindicar ese lugar, la tela que lo contiene, el óleo, el pincel, la atmósfera de magia que lo envuelve, la emoción estética de la pintura.

No estamos en contra del concepto, estamos en contra de que solo exista el concepto. El artista, en este caso el pintor, no puede transmitir solo a través de la mente, porque la mente es fría, calcula, organiza, el artista, en este caso el pintor, tiene un arma mucho más poderosa, la intuición. Cuando te plantas frente a la tela, puedes o no tener una idea de lo que quieres, pero lo interesante, lo transformador, viene después, cuando pintas, es entonces cuando todo se va manifestando y lo resuelves sin pasar por la cabeza, es algo más visceral, como una memoria primitiva impresa en los músculos que mueve los brazos, el torso, incluso las piernas, la respiración, es nuestra necesidad ancestral de representar, desde la Cueva de Altamira hasta Barceló.

Solo si transmites tu energía vital a la pintura la rescatará cada espectador que contemple ese lugar privilegiado del que nos habla María Zambrano.

A los artistas, en este caso a los pintores, nos están despojando de esa facultad de representación de forma muy sutil, mediante lo teórico, porque el objeto, la obra de arte, ya no parece con derecho a existir. Se está alimentando la banalidad con dinero público y espacios públicos solo para los iniciados.

Todos nuestros esfuerzos estarán, a partir de este momento, centrados en recuperar ese espacio que parece haber ido difuminándose. Queremos darle luz. Queremos crear cientos de lugares donde podamos detener la mirada. Queremos rescatar la emoción estética de la pintura.

La mirada de Trini Torner

Cuando le hablamos a Trini Torner, una exitosa terapeuta Gestalt, de La Mirada Expandida, su primera reacción fue de entusiasmo y de inmediato surgió el deseo de contribuir con su visión a esa nueva mirada. El texto que nos envió nos pareció tan sugerente, tan cercano a nosotros, que no hemos dudado en publicarlo


NO VEMOS LAS COSAS COMO SON, VEMOS LAS COSAS COMO SOMOS
(El Talmud)

Muchas veces, esta frase bulle en mi mente expandiendo tanto mi pecho, que busco un instante, un sonido, o una pintura, donde aliviar tanta comprensión apelmazada.


LA MIRADA EXPANDIDA

Como terapeuta gestalt, me interesan los distintos lenguajes a través de los que el ser humano, encuentra vías de expresión a la complejidad de la existencia. Abrazo el enfoque de la Gestalt, psicología humanista creada por Fritz Perls entre las décadas 1950-1960 y que, a su vez, tiene sus orígenes en el campo de la psicología de la percepción.

Fueron los psicólogos Max Wertheimer, Wolfgang Köhler y Kurt Koffka, quienes a principios del siglo XX, en un laboratorio de psicología experimental, observaron que el cerebro humano organiza las percepciones como totalidades (Gestalts) de acuerdo con ciertas leyes a las que denominaron "leyes de la percepción".

Posteriormente, estas leyes generales, más otros principios, se conocieron como Las leyes de la gestalt, y fueron tomadas por diversas disciplinas como: la comunicación, el diseño gráfico, la arquitectura, la sociología, la psicología, la ecología, y otras, quizás inspiradas por la frase acuñada por Köhler: “El todo es diferente a la suma de las partes” , que tanta filosofía, ciencia, arte y religión, condensa en sus palabras, a mi modo de entender.

Esa frase, que sintetiza el hecho de que percibimos configuraciones complejas o gestalts, fue retomada por Kurt Lewin en su Teoría de Campo, quien aplicó estos conceptos (originalmente desarrollados en el campo de la física, específicamente en electromagnetismo) a los grupos humanos.

Posteriormente, surgió la Teoría general de los sistemas que impulsó la continua evolución de estas ideas.

Al abrigo del paradigma actual del pensamiento complejo, estas ideas nos permiten, hoy día, manejar conceptos como el de ecosistema, donde un pequeño acto puede alterar dramáticamente un sistema completo (ej. Teoría del Caos, con el famoso Evento de la mariposa).

Como comencé diciendo, la Gestalt es una terapia integradora, y a mi me gusta integrar conocimientos, encontrar analogías entre los diferentes puntos de vista. Y a falta de conocimientos profundos en las áreas en las que me estoy metiendo, creo que es justo decir que soy una humilde rastreadora, alguien que, a fuerza de inquietud y olfato, va siguiendo diferentes huellas que conducen a los mismos tesoros, recreados una y otra vez en el tiempo, con distinta apariencia.

Quizás por eso, al contactar con un nombre tan sugestivo como “La mirada expandida”, sentí algo vivo, dinámico, con figura y fondo, como enuncia una de las leyes de la gestalt. Por contraste, tomé conciencia de que se había instalado algo estático, tan ordenado como un muerto, adormeciendo nuestra cultura cotidiana, nuestra ciudad, nuestro arte…

Y recordé que “las leyes de la Gestalt”, no actúan de modo independiente aunque se las enuncie por separado; actúan simultáneamente y se influencian mutuamente creando resultados difíciles de prever, pues estas leyes se ajustan también a las variables tiempo y espacio (variables subjetivas).

Como sucede con las personas que se entrenan para captar el arte abstracto, estas leyes son sensibles al aprendizaje.

Es hora de emprender y de aprender…

Me gusta la intemporal frase de Fritz Perls … “Aprender es darse cuenta de que algo es posible”…

Seamos como esas leyes que no actúan por separado. Demos vida a Barcelona, con sus ojos sensibles, de mirada expandida.
Así pues, intentaré integrar, con pudor y humildad, la frase de El Talmud, los nuevos paradigmas y el arte, según las variables de tiempo y espacio, como mi granito de arena, mi parcela de energía, mi palabra alimentando el verbo de esta ciudad.

Vamos allá, comenzando por esclarecer o recordar las diferencias que surgieron mucho después de la época en que los sabios, transmitían la complejidad del Conocimiento a través una mirada holística, integradora, religados ellos con el Universo.

Mecanicismo – Relativismo

De manera más o menos inconciente, nuestra forma de observar e interactuar con la realidad, está determinada por el paradigma científico dominante de la época y la cultura en que estamos inmersos.

La física mecanicista (newtoniana), que describe al universo como conformado por objetos “materiales” sólidos, que se relacionan “mecánicamente”, dominó la escena científica hasta principios del siglo XX, y la forma cotidiana de ver la realidad hasta nuestros días.

Esta perspectiva mecanicista, ya superada, se sigue sosteniendo porque es simple, porque describe adecuadamente muchos aspectos de la realidad y, sobre todo a nivel de lo psicológico, porque resulta reconfortante y “segura” para quienes necesitan percibir al mundo como algo sólido, inmutable, y con reglas fijas que regulan su funcionamiento.

Pero en 1905 Albert Einstein publicó su Teoría especial de la Relatividad, de la cual la teoría mecanicista es solo un caso particular, y generó un marco de referencia más amplio desde el cual interpretar la realidad.

Los conceptos más revolucionarios de la teoría que, a esta altura, todos conocemos, tienen que ver con que:

- El tiempo y el espacio no son independientes, forman un continuo tetradimensional.
- La materia y la energía no son independientes, se ínterpenetran mutuamente y se pueden convertir una en la otra en determinadas condiciones.

En términos más generales, la teoría de la relatividad “relativizó” el concepto de Verdad:

Toda verdad es relativa al marco de referencia desde el cual se enuncia.

Este concepto es muy inquietante porque implica que nadie es dueño de la verdad.

Aplicado al Arte, yo creo que más allá de las diferentes corrientes (arte figurativo, conceptual, abstracto, etc.), como referiría el filósofo existencialista Martin Heidegger, sucede arte, o no sucede.

Desde el paradigma mecanicista, nuestra personalidad intenta armar estructuras “inamovibles” basadas en verdades absolutas y, por lo tanto, también inamovibles. Nuestra personalidad se siente segura ante este modo de estructuración.

Desde el paradigma relativista debemos trabajar para que nuestra personalidad acepte que: las estructuras que armamos basadas en verdades relativas, son provisorias, modificables, móviles, permanentemente susceptibles al cambio y a la evolución.

Desde esta perspectiva relativista, deberíamos aceptar que cada escuela psicológica, cada corriente artística, adecuadamente desarrollada y verificada en la práctica, tiene su verdad si se desarrolla dentro de su marco, pero no es dueña de toda la verdad, concepto al cual deberíamos renunciar.

La teoría de Einstein no solo relativiza sino que también relaciona cosas que previamente se suponían independientes. Una revolución en este sentido, de la que no nos hacemos aún a la idea (o al menos no suficientemente), es la relación entre sujeto y objeto.

Desde el mecanicismo, el ser humano (poseedor de consciencia) es el sujeto de estudio de un objeto a ser estudiado (aunque en el caso de lo psicológico el objeto sea otro ser humano, y en el caso de lo artístico sea una emoción, un atardecer, un objeto, un concepto o una necesidad).

La realidad, claramente demostrada a partir de Einstein en el campo de la física, pero que puede trasladarse a cualquier otro campo, es que no existe la posibilidad de que sujeto y objeto de estudio no interactúen.

Así, aparece un nuevo concepto: el de “subjeto”, en el que ambos términos de la formula anterior: sujeto – objeto, se estudian y se conocen mutuamente.

Cuando un subjeto se acerca a otro para estudiarlo (conocerlo) penetra con su campo en el campo del otro. Ambos campos se interfieren e interactúan, con lo cual, se están conociendo mutuamente, aunque ésta no fuera la intención del segundo.

Esto nos muestra que no existen un sujeto absoluto ni un objeto, ya que al interferirse con su mutua presencia en el momento del estudio, ninguno de los dos es el que era antes de que ambos entraran en contacto.

Por ejemplo, si dos artistas de estilo, técnica y corriente diferentes, comparten un mismo tiempo y un mismo taller de trabajo, se interpenetran y modifican en esencia y se potencian en la evolución de sus particulares formas, al margen de su intención.

Aquí, también aparece en mí, otra refelxión inacabada en relación al Arte. Cuando sucede Arte, es decir, cuando la obra de un artista logra captar y transmitir ese momento vivo, de contacto, y es el artista mero canal de ese “suceder”, no hacen falta explicaciones, interpretaciones intelectuales, conceptualizaciones, sino sensación alquímica, algo que nos con-mueve, o que nos mueve con ese “suceder”.

Teoría de campos

Como iba diciendo, el concepto de campo, aplicado en un principio al estudio de la electricidad y el magnetismo, fue desarrollado por Faraday y Maxwell a mediados del siglo XIX, y como cité antes, fue Kurt Lewin, a principios del siglo XX, quien desarrolló y aplicó este concepto a la psicología. Esto representó otra forma muy importante de cambiar el paradigma mecanicista y su forma de interpretar la realidad.

El campo regula el comportamiento del individuo, que debe someterse a sus leyes y quien, a su vez, modifica la constitución del campo.

La primera ley, y la más importante, es que para poder operar en el campo, uno debe estar conectado, sintonizar con el campo.

En el caso del espectro electromagnético, sintonizamos una radio, un televisor, o encendemos una lámpara, según la porción del espectro con la que queremos (o podemos) conectar.

¿Y el campo de la consciencia?

Por extensión de lo que vengo “tejiendo” (y apoyándome en numerosas comprobaciones fácticas aportadas por la cultura de Oriente, por el esoterismo, e incluso por publicaciones de científicos occidentales de vanguardia), podríamos afirmar que existe un campo de consciencia.

Podríamos decir también, que la consciencia no es solo un atributo individual que poseen los sujetos para poder estudiar, conocer a los objetos, etc., sino que existe un “campo” de consciencia en el que todo “subjeto”, por el solo hecho de estar inmerso, tiene la posibilidad y la capacidad de “conocer” (tomar consciencia) y ser conocido por otros “subjetos” inmersos en el mismo campo.

Así como es obvio que el campo electromagnético existe independientemente de que alguien encienda un receptor de radio, el campo de consciencia existe independientemente de un subjeto interesado en “tomar consciencia”.

En la actualidad, creo que Internet representa una buena aproximación al tema, representando un campo de información de existencia propia almacenada en un espacio virtual compartido.

Una vez generado, el campo tiene existencia y leyes propias; solo puede ser modificado relativamente por los individuos que lo comparten, quienes a su vez, deben respetar sus reglas básicas de funcionamiento.

Desde este marco, cada individuo posee una consciencia individual cuyo desarrollo aporta información y modifica al campo y, a la vez, sintonizando con el campo, puede extraer información que excede su individualidad.

Me exita pensar qué pasa cuando muchas personas diferentes, que comparten su hacer en una misma ciudad y en un mismo tiempo, se interpenetran concienciando más la intención…

No vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos…

¿Cómo somos?

¡Cómo somos!